dc.description.abstract | El año 1898 ha quedado inscrito en nuestra historia, entre otras razones, por la contemporaneidad con el "Desastre" de un grupo de intelectuales a quienes preocupó la situación de su patria.
Efectivamente, esos hombres a los que, desde 1912, a propuesta de uno de ellos: Azorín, se ha venido conociendo por la denominación de Generación del Noventa y Ocho, etiqueta que ya hoy no está de moda, comenzaron, por esa fecha, a manifestar su disgusto y a denunciar los males que veían. Además, intentaron investigar las causas y , a veces, aventuraron remedios para que cambiase el rumbo nacional.
En este aspecto , fueron algo "regeneracionistas". La influencia que tuvo en ellos el pensamiento de Costa ha sido puesta de relieve por Pérez de la Dehesa y ellos aluden al aragonés con frecuencia, a veces con admiración. No cabe duda de que, al principio, se sintieron arrastrados por el ambiente regenerador, particularmente , como señala Abellán, Unamuno, Maeztu, Azorín y Baroja; pero, poco a poco, se fueron desligando de esa corriente y comenzaron a marcarse un camino propio. A partir de entonces, si bien es cierto que regeneracionistas y noventayochistas están unidos en la misma protesta, divergen en el sentido que le imprimen. La protesta noventayochista fue, más bien y sólo, filosófica y estética.
Europa fue uno de los mitos presentes en los proyectos de soluciones que se proponían en aquella España maltrecha que había salido del "Desastre''. Algunos creían en un europeísmo a ultranza, olvidado de ataduras nacionales del pasado y del presente; otros, en reducido número, preconizaban, en cambio, un estricto ceñirse a lo tradicional. Los escritores del noventa y ocho también miran a Europa. El mito de la "europeización" está presente en un buen número de sus escritos, pero casi nunca se dejan arrastrar por él. Resulta curioso observar sus vacilaciones, sus virajes , incluso. Unas veces se sienten europeos y con la misión de europeizar a España, otras, abominan de la "europeización" y quieren apartar a sus paisanos de influencias del continente que estiman hasta peligrosas. Pero no siempre coinciden en sus posturas.
Hay que aclarar, además, que Europa es cosa diversa para cada uno, y cada uno discrepa consigo mismo porque no piensa igual en unos años y en otros . Europa puede ser la ciencia, el pensamiento, más frecuentemente, el progreso material; y Europa es Francia, Inglaterra o Alemania, con mayor frecuencia, nada real; es decir, un verdadero mito.
Pretendo analizar en esta páginas las indecisiones y los cambios que se operan, respecto a los mitos de Europa y el progreso, en el pensamiento de los cinco escritores del grupo del noventa y ocho que a mi juicio reflejan mejor en sus escritos las características que tradicionalmente se han atribuido a estos intelectuales : patentizar y tratar el problema de España que les preocupa prof undamente y mirar con constancia allende el Pirineo para encontrar soluciones. Voy a referirme en concreto a Unamuno, Maeztu, Azorín, Baraja y Antonio Machado .
Pero, además de este límite numérico, ha sido necesario poner otro cronológico para que este estudio no resulte largo en exceso; así que este examen se ciñe sólo al período comprendido entre la consumación del "Desastre" y el inicio de la Primera Guerra Europea. Estos tres lustros largos casi coinciden con la etapa de la política regeneracionista, y también es en esos años cuando los cinco pasan por su época de plenitud, cuando están en la vanguardia intelectual española y escriben los libros por los que van a ser conocidos por la gran mayoría. | es |