Resumen | La narración ha sido un elemento clave en la representación artística desde
tiempos ancestrales. El hombre siempre ha sentido la necesidad de contarlo que le
sucedía. La transición del mito al logos -es decir, el paso ...
La narración ha sido un elemento clave en la representación artística desde
tiempos ancestrales. El hombre siempre ha sentido la necesidad de contarlo que le
sucedía. La transición del mito al logos -es decir, el paso del pensamiento mítico y
religioso al pensamiento lógico y racional-, supuso un cambio en los paradigmas
narrativos empleados en la representación visual, pero no una merma en su
importancia ni en su uso, pues la unión entre imagen y narración siempre ha poseído
un enorme potencial como transmisora de relatos arquetípicos e ideas a la sociedad.
Encontramos muestras de narraciones visuales prácticamente a lo largo de toda la
historia del arte, en las pinturas rupestres y en las propuestas artísticas más
contemporáneas, y tomando forma a través de los medios más diversos -el dibujo, la
pintura, la escultura, el grabado, la instalación o el video-. No obstante, la mayoría de
obras con un contenido narrativo claro se condensa en la etapa previa a la llegada de
las vanguardias artísticas, pues la mayor parte de la producción artística cumplía
entonces la función de traducir en imágenes los relatos históricos, mitológicos o
bíblicos. Esta relación con la palabra ha llevado a que, en el pensamiento
contemporáneo, este tipo de imágenes hayan sido analizadas desde el campo de la
narratología. Esta ciencia, aún siendo relativamente nueva, cuenta con representantes
destacados como Vladímir Propp, Gerald Prince, Mieke Bal o Luz Aurora Pimentel,
quienes han sido un faro en esta investigación, pues han aportado luz a cuestiones de
índole visual esenciales a la hora de realizar nuestras propias apreciaciones sobre el
tema tratado. De hecho, fueron los estudios y reflexiones de estos autores y de otros
pensadores procedentes de áreas del conocimiento como la filosofía, la psicología y la
sociología, los que nos hicieron preguntarnos por el fundamento de las imágenes
narrativas realizadas tras el advenimiento de la edad contemporánea y por su
evolución a lo largo de este último periodo de la historia universal. Del análisis de lo
sucedido durante esta última etapa inferimos que, desde el momento en que el artista
comienza a considerar su identidad, su particular perspectiva del mundo y sus
experiencias vitales devienen susceptibles de ser representadas y narradas
visualmente; lo que no deja de ser sino una forma de manifestación de esa tendencia
hacia el replegamiento interior -que se inicia con personalidades como la de Goya y
los artistas románticos y que llega hasta nuestros días-.
No en vano, creemos que existe ausencia de un estudio en profundidad que,
desde el ámbito de las bellas artes, ponga en relación la narración y la creación visual
y que, además, tenga en consideración la memoria como fuente para la construcción
de relatos contemporáneos. Por ello, entendemos que esta investigación doctoral
puede resultar de interés para la comunidad académica, constituyendo una aportación
innovadora sobre el tema. Adicionalmente se presenta una producción artística
vinculada que, en nuestra opinión, viene a cerrar y terminar de dar sentido a la
problemática planteada. El corpus experimental que conforman las aportaciones
artísticas constituye así una parte esencial de la investigación, pues a través de los
dibujos y pinturas presentados se ponen en práctica las ideas y supuestos tratados
durante el apartado teórico, lo que ha permitido que se produzca una retroalimentación
entre teoría y praxis continuada.
En consonancia con la anterior, la estructura de la tesis está dividida en dos
partes necesariamente vinculadas, Parte I y Parte II. La primera parte corresponde a
las argumentaciones teóricas -que, a su vez, se dividen en dos grandes capítulos- y la
segunda a las aportaciones artísticas personales.
En lo concerniente a la Parte I, en el primer capítulo, titulado “La narración
visual”, se persigue establecer una definición personal y fundamentada de la narración
referida al campo de las artes visuales. Así, con objeto de comprender su esencia,
ahondamos en los orígenes de las teorías narrativas procedentes del ámbito de la
literatura y proponemos la transferencia de aquellas ideas y planteamientos que
consideramos aplicables al plano iconográfico, al tiempo que vamos poniendo de
relevancia los elementos que, a nuestro juicio, conforman y definen la narración visual.
Así mismo revisamos los intentos que inicialmente se llevaron a cabo desde la historia
y teoría del arte con el propósito de realizar una aproximación meditada a la naturaleza
de la imagen narrativa, buscando establecer una serie de tipologías. No obstante, si
bien estos esfuerzos se concentraron principalmente en el análisis del arte de la
antigüedad, las clasificaciones realizadas entonces por autores como el arqueólogo
Carl Robert los historiades del arte, Kurt Weitzmann y Franz Wickhoff (recopiladas por
el profesor Mark D. Stansbury O’Donnell), resultan enormemente valiosas aún hoy, ya
que sirven como pauta para analizar tanto la representación de la dimensión temporal
como para interpretar las acciones que realizan las figuras en el espacio. El hecho de
que el vínculo entre imagen y narración haya sido analizado desde diferentes campos
del conocimiento evidencia cuán diversa puede ser la lectura de una imagen, lo que se
constata también en el subcapítulo dedicado al estudio de la cuestión desde el punto
de vista del creador y desde la perspectiva del observador que interpreta la obra.
Complementariamente, también profundizamos en la dimensión temporal como
aspecto inherente a la narración, pues consideramos que el factor tiempo, a pesar de
haber sido sistemáticamente obviado en los análisis iconológicos, iconográficos e
historiográficos desarrollados en torno a la narración, juega un papel fundamental en la
construcción de la imagen narrativa. En este punto del estudio veremos especialmente
como el tiempo se ha materializado en imágenes estáticas bidimensionales. De la
misma forma, atenderemos al espacio, pues como dimensión encargada de ubicar los
elementos en el plano de escena, resulta igualmente relevante. El estudio del espacio
como agente discursivo ha sido abordado no solo aludiendo a la propia materialidad
del soporte, sino entendiendo que el espacio gráfico-plástico es un lugar donde
fácilmente se produce la confluencia de momentos distintos, actuando en muchas
ocasiones como un auténtico contenedor de tiempo y conocimiento. Por otra parte, la
relación entre imagen y palabra viene desde la antigüedad. Merece la pena observar
este maridaje en detalle, prestando atención específica al modo en el que, en
ocasiones, se han introducido elementos textuales dentro de las imágenes para
potenciar su narratividad. Así, de forma progresiva, a lo largo de este primer capítulo
se va construyendo una definición de la narración visual desde la visión de las bellas
artes, la cual se completa finalmente con una valoración del estado de la narración en
la actualidad, considerando la evolución de su relación con la imagen y subrayando el
valor que adquiere la memoria como fuente para la construcción de narraciones
visuales en el arte contemporáneo, véase la obra de Marcel Van Eeden, Marcel
Dzama, Jockum Nordström o Neo Rauch.
El segundo de los dos capítulos que componen la Parte I, titulado “La Memoria
como fuente de relatos” se construye tomando como punto de partida el análisis y las
reflexiones realizadas anteriormente, como no podría ser de otra manera, si bien el eje
de estudio se desplaza ahora hacia el concepto de memoria. En este capítulo se
aborda la idea de memoria desde vertientes del pensamiento transversales,
considerando al arte como una plataforma de conocimiento especialmente
predispuesta a la confluencia con el resto de campos del saber. Así, comenzamos
adentrándonos en la idea de memoria desde la perspectiva psicológica para, a
continuación, observar el concepto desde el ángulo de los estudios sociológicos y
posteriormente también desde el de la filosofía. Tras repasar las tipologías propuestas
por los expertos de estos ámbitos del conocimiento (mayormente desde el de la
psicología) escogemos aquellos modelos que, por ser extrapolables al medio visual,
consideramos más útiles para construir nuestra particular visión de la memoria como
fuente iconográfica para la creación artística. De esta forma, apoyándonos en tipos de
memoria como la denominada memoria episódica o autobiográfica (identificada en
psicología) o la memoria individual y la memoria colectiva (términos procedentes de la
sociología), trataremos de explicar el funcionamiento de la misma en relación a la
imagen. Además realizaremos un repaso histórico por las metáforas visuales más
empleadas para salvaguardar recuerdos, de entre las utilizadas desde la aparición de
los sistemas mnemotécnicos medievales, haciendo hincapié en aquellas fórmulas de
memorización que implican el uso de la imagen y en cómo dichos recuerdos se han
representado desde el arte. Cabe además subrayar que para el desarrollo de este
capítulo ha resultado indispensable realizar una inmersión en la noción del arte de la
memoria, para la cual nos ha resultado de especial ayuda el trabajo de la ensayista e
historiadora inglesa Frances Yates, a cuyos estudios remitimos constantemente por
cuanto es una fuente de referencia inexcusable en este tema. De hecho, el arte de la
memoria, aún considerándose una disciplina inserta dentro de la retórica destinada a
facilitar la memorización de narraciones y conceptos, está estrechamente vinculado a
la imagen y al espacio, dado que dicho sistema se basa en el empleo de esquemas
visuales para provocar el recuerdo de un relato. Veremos cómo son numerosos los
autores clásicos (Simónides de Ceos, Robert Fludd, Santo Tomás de Aquino,
Giordano Bruno, Quinitiliano, Ramón Llull, etc. entre otros) que propusieron la creación
de lugares mentales, llamados loci, y la inclusión de imágenes agente como
herramientas mnemotécnicas para traer a la mente lo memorizado. Por último, en el
tramo final del segundo capítulo realizamos un acercamiento a la memoria desde el
arte, entendiendo ésta como una fuente generadora de materia prima narrativa.
Observaremos como hacen uso de la memoria para sus narraciones visuales artistas
como Jo Spence, Louise Bourgeois o Frida Kahlo y, en consonancia, estableceremos
una clasificación personal donde distinguiremos diferentes tipos de obras, en función
del modo en el quela memoria está presente en ellas. Finalmente, concluiremos con el
estudio de la ficción y el documental como géneros narrativos incardinados en la
contemporaneidad y analizaremos la versatilidad de su potencial narrativo, que abarca
desde la exposición de hechos biográficos constatables a la explosión propia de los
relatos imaginados.
La Parte II de la presente tesis viene a complementar el análisis teórico
desarrollado previamente mediante una propuesta artística que imbrica con las
consideraciones vertidas en la Parte I. En ella recogemos una serie de obras,
realizadas a través del dibujo y la pintura, que se encuentran directamente
relacionadas con la investigación, habiendo sido la mayoría realizadas en paralelo a la
elaboración del bloque teórico. Las aportaciones prácticas evidencian el valor de la
memoria como fuente para la creación de narraciones visuales. De la misma manera,
estos trabajos tratan de ejemplificar que las imágenes estáticas pueden tener la
capacidad de contar historias y que su carácter legible potencia la participación del
espectador, quien al tratar de descifrar el relato del artista acaba construyendo el suyo
propio. A todo esto, podemos añadir que la fuente de procedencia de esos relatos es,
en nuestro caso, la memoria y que el dibujo ha jugado un papel fundamental para
componer un discurso narrativo propio, sea abordando el trabajo de modo
autobiográfico, mediante el empleo de huellas que representan vestigios del pasado
(materializadas normalmente en forma de objetos), usando fotografías del álbum
familiar o reconstruyendo episodios vitales -propios o ajenos, individuales o colectivos,
reales o ficticios-; al fin y al cabo todos ellos contenidos íntimos que necesitan ser
compartidos.
Finalmente, concluimos que narración y memoria han estado presentes en el
arte desde tiempos remotos, si bien han cobrado especial relevancia durante las
últimas décadas. Creemos que, a través de esta investigación, se pone de manifiesto
la importancia de la narración visual dentro del campo de las bellas artes, así como el
papel desempeñado por los medios de expresión visual como vehículo para la
representación de la memoria personal. Igualmente, se han puesto de relevancia los
vínculos que ambas -narración y memoria- mantienen con otros campos del saber, los
cuales, no obstante, nos han servido de apoyo para construir nuestro propio concepto
al respecto. Narración y memoria constituyen, por lo tanto, un tándem al que, en la
actualidad, recurren numerosos artistas, especialmente aquellos que tratan de
explicarse a sí mismos dando forma visual a sus propias historias y relatos. En este
contexto es, precisamente, en el que se inserta la producción artística que se presenta
como resultado experimental de la presente investigación doctoral.
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