Resumen | La decisión de localizar en Sevilla la «Exposición Universal de 1992» se recibió con cierta preocupación ante la responsabilidad que se asumía, aunque también con la esperanza de que viejos problemas, desde antiguo pendientes, ...
La decisión de localizar en Sevilla la «Exposición Universal de 1992» se recibió con cierta preocupación ante la responsabilidad que se asumía, aunque también con la esperanza de que viejos problemas, desde antiguo pendientes, ahora podrían ser abordados y resueltos. Se tenía conciencia de que la operación Expo-92 se asignaba a una ciudad que a lo largo del siglo se había producido dentro de un precario desarrollo económico y social. Con la evidencia de que en la actualidad constituye un núcleo urbano frágil y degradado, deficitario de forma general, a todos sus niveles de servicios y equipamientos urbanos e integrado en una estructura metropolitana, conflictiva y poco legible, carente de un soporte básico, mínimamente eficaz. Uno de los factores históricos que ha condicionado esta situación ha sido, sin duda, el que sea la única ciudad española importante que no fue capaz de planificar su ensanche a finales del pasado siglo. Esta carencia ha hecho que Sevilla se ofrezca hoy como una ciudad diferente, que ha tenido que soportar los crecimientos urbanos posteriores de una forma precaria y difícil. Ensanches parciales y limitados, realizados posteriormente, como el de los Remedios, Amate, etc., carecieron de unidad y de carga ideológica y técnica como para significar soluciones positivas y coherentes. En segundo lugar, los Planes Generales realizados con posterioridad, como fueron los del 1946 y 1962, dentro de sus limitaciones definían una teoría organizativa válida, pero la propia debilidad económica del área y la apremiante exigencia de un crecimiento demográfico desmesurado, no permitieron la realización de sus elementos estructurales, quedando sin acometer las actuaciones básicas que se exigían en la red viaria general, la red arterial ferroviaria, los grandes parques, centros urbanos, etc. Esto quiere decir, que la ubicación de la Exposición Universal en Sevilla se significa como un hecho de naturaleza propia, muy diferente al supuesto de localizarse en una ciudad rica y bien estructurada, sin los graves problemas que Sevilla presenta. No cabe, por tanto, considerar el hecho de la Expo-92 como un caso convencional asimilable al que pudo plantearse en Chicago, o, en general, a otra ciudad con alto nivel de desarrollo urbano.
|