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Tesis Doctoral

dc.creatorGarcía del Moral y Mora, Amalio Raimundoes
dc.date.accessioned2018-02-26T13:19:10Z
dc.date.available2018-02-26T13:19:10Z
dc.date.issued1995-01-01
dc.identifier.urihttps://hdl.handle.net/11441/70588
dc.description.abstractConsidero importante abordar algunas deducciones al término de una obra tan compleja, copiosa y, pienso que, interesante, desde tanto y tan diversos enfoques y perspectivas y con tantos procedimientos y técnicas como la acometida por mi padre en sus múltiples y diversas valoraciones posteriores. Desde las puras consideraciones históricas recopiladas y meditadas por él insiste en el ámbito de los Maestros de Ceremonias, organistas, músicas y tratadistas sobre las campanas y sus toques, del primero y único tomo publicado de su estudio titulado: La Giralda. 800 años de arte, de historia y de leyenda, en el que se echa de menos la edición de su segundo volumen con la recopilación, reseña y ponderación de los textos literarios, poéticos o retóricos (discursos y piezas oratorias) en los que se desarrollan relatos, hechos, cosas y personajes en relación con la Giralda, o se canta a ésta en versos de muy vario estilo y metro a través de los siglos. Es muy difícil, se me antoja casi imposible, que en una misma persona se puedan dar un escultor, un pintos, un inventor plástico, un poeta y un escritor en prosa como ocurre con Amalio en su primer tomo publicado de sus relatos sobre Cuentos y leyenda de la Giralda; un juglar en Alquibla, un investigador en sus estudios giraldinos, un renovador lírico gráfico en la invención de sus “morfismas” y la creación de su movimiento artístico el “Tarol armonicismo” que abre fronteras a la visión tanto en los límites de la poesía, por un lado, como de la escultura y arquitectura por otro. Dicho de otra manera que enlaza con los límites de la palabra escrita y rimada, en una concepción musical de lo plástico en la cual la medida, número armónico, se engarza o enlaza con el significado. La musicalidad sonora de lo dicho, su contenido, con su apariencia visible como obra de arte gráfica, pictórica y hasta escultórica (sugerida) como ocurre en su morfemario experimental Reolina. Aunándose lo que suena, lo que significa y lo que representa en su aspecto exterior. Y qué decir de sus cientos y cientos de creaciones plásticas en torno a la Giralda. Dibujos, grabados, pinturas, tactopinturas, escultopinturas y obras en tres dimensiones como el objeto usual trasformado por Amalio en obra de arte, en una recuperación estética de lo tirado en los vertederos y chatarrerías, como su Guitarra higiénica para pasar una noche de amor con la Giralda en la que se crea un nuevo instrumento de cuerda con la combinación sonora originando un nuevo utensilio musical, híbrido y lúdico, con cuerpo de bidé y cuello de vihuela, que suena con una calidad de sonido muy peculiar, que el mismo Cardenal de Sevilla en una vista a su estudio, Don José María Bueno Monreal, definió como “lujuriosa”. La otra consecuencia que no se puede echar en olvido es la de realizar toda esta descomunal obra tomando unas veces a la Giralda como modelo; otras, como pretexto; y como inspiración, siempre. Ya que la causa originaria no es una persona sino una obra arquitectónica, un ser inanimado al parecer una torre en apariencia pero con tanta galanura y prestancia, con tal empaque y majeza que supera con creces el garbo y donaire de la más hermosa sevillana. Así se explica que mi padre se haya pasado más de la mitad de la plenitud de su vida inmerso en la creación de esta obra en torno a la Torre. En el desarrollo de este trabajo hemos podido apreciar la cantidad, diversidad y, perdonen lo que pueda haber de inmodestia, calidad de las creaciones giraldina de Amalio. Ya he reiterado hasta la saturación que lo difícil en una obra como esta es la persistencia, la continuidad, día a día, con entusiasmo continuada, paciencia y emoción renovadas. Otra faceta importantísima del campanario es su ubicación privilegiada dominando “el mejor cahiz de la tierra” (Alonso de Morgado). Levantada sobre uno de los puntos culminantes, mejor dicho, decisivos de la ciudad y yo diría más, de nuestro planeta. Una afirmación tan rotunda bien merece una explicación que aclare el porqué de la misma. Esta evidencia la tuvo mi padre por propia experiencia, ¿qué fuerzas no perceptibles a primera vista concurren aquí para que Amalio, cuyo estudio está tan cerca de la Giralda, se sienta mejorado tanto física como anímicamente nada más llegar a Sevilla y estar al pie de su Torre? El río Guadalquivir aporta con su caudal acuífero a esta ciudad un cúmulo de energías hidráulicas, no tan solo fluviales sino potenciales de diversa índole desde la Penibética o parte montañosa de Andalucía hasta la llanura bética. Sabido es que “en Sevilla se presenta un problema conocido por todo el que construye aquí, como es el habitual afloramiento de agua a poco que se excave”, por lo que este caudal energético llevado por el gran río se distribuye y extiende a través de las aguas freáticas por el subsuelo de toda la urbe. Él que intuía ya esto, lo pone en pie en una de sus leyendas sobre la Giralda, la titulada “El conservador de la Giralda”. Que no es otro que Don Antonio, el arquitecto al cuidado de la torre, para el que el tiempo pasaba mucha más lentamente que para el resto de los mortales. Quien poco antes de morir tuvo una visión en sueños en la cual una joven le aclaró que en el lugar sobre el que está asentada la Giralda concurren una serie de fuerzas imperceptibles a primera vista, no ya tan solo las citadas hidráulicas que aporta el río, sino otras telúricas dada la confirmación tectónica del lugar, magnéticas atraídas por la culminación broncínea de la torre, con el ápice de la veleta antropomorfa del Giraldillo girando hacia todos los puntos de la rosa de los vientos, con lo que también suma las fuerzas cólicas a esta confluencia energética de múltiples influencias potenciales evidentes y perceptibles, aunque invisibles. El alminar de la Gran Mezquita almohade lo situó en su actual emplazamiento al alarife mozárabe, gran constructor, que le fue de las murallas de Gibraltar, Almad b. Baso según nos cuenta el historiador almohade al Sala: “Murió también el califa Amir al-Muminin en la expedición contra Santarem y fue proclamado después de él el Amir al-Muminin, Abu Yusuf al-Mansur (el vencedor de la batalla de Alarcos, Ciudad Real, contra el tirano Aldefunso –Alfonso VIII de Castilla-) en Sevilla… y mandó al gobernador que regía la ciudad Muhammad b. Ab Marwan, el granadino, construir el alminar… el alarife Ahmad b. Base abrió sus cimientos, junto a la aljama, y encontró en ellos un pozo de manantial y lo cegó con piedras y cal… este trabajo lo construyó el alarife con la piedra llamada “tayun aladi” llevada del palacio de Ibn Abbdad. Me interesa subraya que todas estas creaciones de mi padre sobre la Giralda, al final pueden superarse las 365 plásticas y un número indeterminado de bocetos y estudios previos que pudieran quedar integrado como una obra única total, expuesta al público aquí en Sevilla donde fueron pintadas y para quienes se hizo tan descomunal labor, en las mismas proximidades de la Torre (acaso ampliada y adaptada para tal fin pudiera ser usadas mi cas casa estudio-observatorio de la Giralda en plaza de Doña Elvira donde se puede apreciar lo que la misma ha sugerido a otro artistas que se prendó de ella). Podrá surgir, luego, quienes ponderen y canten –en el mejor de los casos- la gesta artística acometida por mi padre en la que invirtió vida, esfuerzo y sus pocos caudales para cantar una torre impar, lo que hizo en la más absoluta soledad, sin más estímulo que su propio esfuerzo y su modesta economía procedentes fundamentalmente de su sueldo de catedrático primero, después como profesor emérito y últimamente como jubilado. Estas realizaciones pudieron irse concretando por el deslumbramiento que a mi padre le produjo la Giralda. Él, andaluz nazarita, del reino de Granada, quedó para siempre deslumbrado por la contemplación sobrecogedora del mayestático alminar cuya grandeza no podía ni sospechar. Allí encontró hermanados todos los componentes de su Andalucía: lo árabe, lo visigodo, lo romano, lo hebreo, lo cristiano… todo lo que él sentía que le resonaba en sus adentros. Habituado a observar, degustar y dibujar las minucias exquisitas de las yesería alhambreñas, las filigranas delicadas de los mozárabes y azulejos del palacio nazarita, el Generalife y el Partal granadino durante su aprendizaje, bajo el magisterio de Don Joaquín Capulino, pintor malagueño afincado en Granada, que le inculcó el gusto por la norma depurada, tan perceptible en las construcciones árabes, en su jardinería, el Carmen granadino (pensil, jardín, huerto), en sus urbanizaciones, en su toponimia, en su misma decoración doméstica… El lema en la pluma de Soto de Rojas “paraíso cerrado para muchos, jardín abierto para pocos” podría considerarse esencial en la estética de este granadino formado entre la seducción del agua, desde las hipnóticas cascadas, su murmullo por arroyos y regates, hasta los elevados surtidores de las fuentes y la transparencia en la quietud de los estanques donde se expresa la temporal, musical y profunda dimensión armónica del agua que inconscientemente le preparaba para el hallazgo del “manantial de ritmos”, del “Niágara de adobes y piedras” como él le llamó, en sus poemas de Alquibla, a la Giralda, que le había ido predisponiendo su mente, sus sentidos y su sensibilidad toda para el deslumbrante descubrimiento de la Torre, que le enamoró para el resto de su vida. ¡Qué felicidad llegar a la vejez prendado de alto tan hermoso, que no se consume, marchita ni agota, que le puede tener ilusionado, cuando sus coetáneos se sienten acabados, perfumando los días que Dios le deparó vivir! Me quieres decir, pintor, ¿Qué corazón se hace el lienzo Cuando la Giralda queda En vilo en la luz, latiendo? Que dejó escrito Amalio. Para realizar una obra tan varia como extensa hay que tener una gran ductilidad como artista creador y una gran cultura y conocimientos tanto históricos como técnicos y si me apuran una gran erudición artística que se desarrolla en tan magna y compleja labor a través de sus producciones creativas, que van desde el poema y el morfisma hasta la escultura o el morfema en cuatro dimensiones. Ello le ha permitido abordar con tanta diversidad como (permítame que lo piense como hijo suyo) acierto el tema de la Giralda, porque en ella está compendiado el resumen de nuestra historia andaluza desde los pedestales romanos con inscripciones latinas, las columnas visigóticas, los ladrillos y tracerías islamitas hasta los cuerpos católicos renacentistas hernandinos. Plasmándose en todos y cada uno de ellos un monumento a la tolerancia, pese a la intransigencia y sentido triunfalista, peculiar de la religión judía, con que fueron erigidos que contagió a islamistas y cristianos. La Giralda, como la tienda de Abraham, tiene sus caras orientada hacia cada uno de los puntos cardinales. Convertida en una quibla hacia la que miramos todos los andaluces tanto si viven en el norte como en el sur, en el este o en el oeste y es paradigma de comprensión y tolerancia. Por ello mi padre al dedicar su casa –estudio a la Giralda, en un azulejo colocado en su fachada, lo hace en los tres idiomas que se hablaron en nuestra nación: español, hebreo y árabe, haciendo suyas las lenguas históricas de nuestra patria andaluza, que están encarnadas en esta alegórica Torre, coronada por una veleta antropomorfa que, como mi padre descifró al cabo de los siglos, simboliza la libertad.es
dc.formatapplication/pdfes
dc.language.isospaes
dc.rightsAttribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 Internacional*
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/*
dc.titleAmalio. Los 365 gestos de la Giralda de Amalioes
dc.typeinfo:eu-repo/semantics/doctoralThesises
dcterms.identifierhttps://ror.org/03yxnpp24
dc.type.versioninfo:eu-repo/semantics/publishedVersiones
dc.rights.accessRightsinfo:eu-repo/semantics/openAccesses
dc.contributor.affiliationUniversidad de Sevilla. Departamento de Educación Artísticaes
idus.format.extent940 p.es

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