Memorias del Almonázar, múltiples experiencias de un mismo arroyo, Sevilla

Abstract

El espacio, como la realidad, es subjetivo. Explicar el por qué de este hecho es lo que el siguiente estudio pretende conseguir. Cuáles son los factores que provocan que la experiencia de un ser humano sea única e irrepetible en la mente de cualquier otra persona. Por qué, siendo la realidad solo una, existen tantas percepciones de ella como personas hay en el mundo. El factor más importante en este proceso es el recuerdo, y cómo este se crea y transforma. Y es que percibimos un espacio en la medida en que lo asociamos con otros espacios que ya conocemos. La infancia juega un papel fundamental en esta situación, ya que la niñez es la etapa en la que creamos nuestro atlas de conocimientos, al cual recurrimos inconscientemente durante toda nuestra vida para comprender la realidad que nos rodea. Estos conocimientos adquiridos son reinterpretados en el presente. Sin embargo, hay múltiples factores que afectan a esos recuerdos a la hora de reinterpretarlos. Estos factores, como el olvido, las emociones, la mitificación o la memoria colectiva, no afectan de mejor o peor manera en la reinterpretación de los recuerdos o en la percepción de los espacios, sino que los hace más o menos ricos en detalles e imaginación. A su vez, este estudio pretende demostrar que el espacio puede comunicar emociones, sensaciones y reacciones en una persona en relación a las vivencias adquiridas y sus características físicas. Para comprender mejor el contenido del trabajo, lo aplicaremos a un caso concreto, el del Arroyo Almonázar. Para ello, es necesario hacer un acercamiento más subjetivo del lugar, por lo que procederemos a conocerlo a través de los recuerdos y relatos de los vecinos que han vivido sus numerosas transformaciones. Estos innumerables relatos y memorias de un mismo lugar nos enseñan que existen muchas formas de percibir un mismo espacio y que este es totalmente subjetivo.