dc.description.abstract | La ARQUITECTURA debe nacer como la solución idónea que el LUGAR (en su doble acepción LOCUS1 + SITUS2) nos dicta, en una atenta observación del sitio y las experiencias precedentes. Evidentemente, es el factor climático uno de los más claros elementos que influye -o debería influir- en la configuración final de lo construido.
En nuestro caso, es sabido que estamos inmersos en la amplia franja de lo que denominamos clima mediterráneo, el cual, con carácter muy general y de forma amplia, cuenta con las siguientes características: inviernos lluviosos moderadamente fríos, veranos secos y calurosos, junto con abundante radiación solar durante casi todo el año. Los inviernos duran, climatológicamente hablando, desde noviembre hasta abril, y los veranos se prolongan desde mayo/junio hasta septiembre/octubre, siendo más largos cuanto más al Sur nos encontramos (como es el caso de la provincia de Sevilla). La primavera y el otoño son extraordinariamente confortables y, en la mayoría de los lugares, se dispone de una abundante radiación solar. En realidad, resulta paradójico que al clima mediterráneo se le denomine “clima templado”, dado que los saltos térmicos durante todo el año son bastante considerables. La arquitectura en regiones con “climas extremos” se adecúa y adapta a ciertos parámetros concretos, hacia los cuales se enfrenta de modo preventivo y paliativo; sin embargo, en nuestras latitudes, las construcciones deben dar servicio tanto en situaciones de calor, como de frío considerable, según la estación o la época en la que nos encontremos (sin entrar en cuestiones relativas al cambio climático en el que estamos insertos, que provocan que en brevísimos intervalos de tiempo se pase de unas condiciones ambientales a otras).
En términos de confort humano y, a la vez, de gasto energético, en toda nuestra región climática resulta especialmente prioritario diseñar las construcciones tanto para favorecer la calefacción natural, como hacerlo con la finalidad de incrementar su capacidad de refrigeración de forma pasiva. Por ello, la forma en la que proyectemos nuestra arquitectura, habrá de estar basada, necesariamente, en los factores del “lugar”, aunque pudiera parecernos innecesario dado lo “benigno” de nuestro entorno | es |