Em Lisboa. Escritura y ciudades. The city of Fernando Pessoa. 1 de noviembre de 1755-30 de noviembre de 1935

Abstract

El siglo XX que acaba de finalizar, si atendemos al calendario occidental, ha sido un siglo sin duda violento pero también escurridizo, hasta el extremo que para algunos casi no existió y más bien lo que se reconoce es un S. XIX interminable. Para otros hace tiempo que terminó, en concreto 1989. Ahora quizá, ya importe poco esta cronología y nos importe más un presente que aún, como en la clásic a visión del Angelus Novus de Benjamín, sigue figurando como acumulación de escombros, revueltos en una tempestad que nos empuja al futuro. Preguntarnos por el verdadero rostro de lo moderno, ese edificio derrumbado de los grandes relatos, esa ilusión de la razón que desde un comienzo, hace más de doscientos años, veía un paisaje de desastres e inquietudes a su alrededor, suponer sentir un desplazamiento hacia el desasosiego, pero a la ver permite la posibilidad de lo que se puede llamar “un viaje a la superficie de la tierra”, una materialidad incorporal, juego de seres que se manifiestan en una naturaleza caótica de procesos impredecibles, encuentros y desencuentros, ensayos y perfomatividad, ese también clásico pro-yecto de Cacciari, ahora ya manifiestamente juegos de complejidades. En este espacio abierto las nuevas miserias se pueden entender no como limitaciones sino como posibilidades de libertad, nuevas formas de trabajo basadas en búsquedas y composiciones múltiples. En relación con este “método” recodar de nuevo la estrategia de la heteronimia en Pessoa, sus métodos poliédricos, fingidos en los personajes del drama em gentes o expuestos en sus textos sobre el interseccionismo, sensacionismo y otros ismos, es recoger unos mensajes en botellas que siguen llegando a las orillas de nuestro tiempo. El interés de la mirada hacia aquello del pasado que todavía nos enseña, como pienso que son las relaciones habidas entre literatura y ciudad, entre la realidad exterior y la realidad interior, siguiendo la clasificación, pessoana, o entre la cosa y su imagen, o entre la Vivencia y el Intelecto, la calle de la Vida y la calle del Arte, son asuntos todos ellos modernos que todavía nos siguen preocupando y de ahí supongo nuestra insistencia a seguir mirándolos. Desde esta óptica definitivamente el siglo se manifiesta descentrado, pero a la vez repleto de nuevas iluminaciones. Michel Foucault, por ejemplo, nos invitaba a la intervención: se trataría de una revuelta antiplatónica capaz de tener más piedad por lo real, por el mundo y por el tiempo, una ecología que trabaja en las superficies donde los cuerpos, difícilmente se dejan atrapar en formas estables.