El proceso de creación de empresas desde la perspectiva de género Análisis empírico para la provincia de Sevilla

Abstract

El estudio de la empresarialidad como factor de desarrollo es un tema de máxima actualidad que, a pesar de constituir una línea de investigación relativamente nueva, “La teoría de la Función Empresarial”, ha experimentado un acelerado crecimiento en las últimas décadas (Cooper, Hornaday y Vesper, 1997; Low, 2001). En efecto, desde hace ya algunos años se puede observar una creciente preocupación por avanzar en el conocimiento de la función empresarial y del papel que juega el empresario en los procesos de desarrollo económico. Esta inquietud se ha intensificado a raíz del nacimiento en la década de los ochenta de los nuevos modelos de desarrollo endógeno, en los que se resalta la influencia de los recursos económicos, institucionales, humanos y culturales de un territorio en su potencial de desarrollo. La noción de desarrollo endógeno nace impulsada por el creciente interés de la literatura económica por los procesos de crecimiento y desarrollo locales, interés que aumenta a medida que se constata el fracaso que ha venido experimentando desde mediados de los años setenta las políticas de crecimiento económico y generación de empleo basadas en la realización de grandes proyectos industriales o el apoyo financiero a las grandes empresas y grupos internacionales. Surgen así, diferentes investigaciones de carácter teórico que intentan encontrar una interpretación de los procesos de desarrollo que sea compatible con la acción de las comunidades locales para enfrentar los desafíos y abordar los problemas derivados de la globalización de la economía. Desde este punto de vista, cobra especial importancia el dinamismo de las empresas locales, especialmente las pequeñas y medianas empresas, la capacidad empresarial del territorio y las decisiones de inversión y comportamientos creativos e innovadores de empresarios emprendedores. Las pequeñas y medianas empresas se convierten en yacimientos de empleo y motores del crecimiento económico. Así, dada la creciente importancia de las pequeñas y medianas empresas para el desarrollo económico de una región, resulta necesario, no sólo la existencia de unos empresarios de calidad, que sostengan un tejido empresarial competitivo con capacidad de generar empleo, sino que también se requiere el surgimiento de una fuerza emprendedora local de calidad. En el actual entorno económico, la creación de nuevas empresas va a contribuir de forma significativa al crecimiento económico, reducción del desempleo, mejora de la competitividad e innovación y a la estabilidad social (Wenneker y Thurik, 1999; Audretsch y Thurik, 2000; Audretsch et al., 2001; Carree et al., 2001).