Resumen | El arquitecto portugués Manuel Gomes da Costa (Vila Real de Santo António, 1921-Faro,
2016) ejerció su actividad profesional de un extremo a otro de la franja costera del Algarve entre
1953 y 2005. Él fue uno de los ...
El arquitecto portugués Manuel Gomes da Costa (Vila Real de Santo António, 1921-Faro,
2016) ejerció su actividad profesional de un extremo a otro de la franja costera del Algarve entre
1953 y 2005. Él fue uno de los disidentes que estuvieron más interesados en plantear problemas y
proponer soluciones —no siempre convencionales— que en imitar a los grandes maestros. Fue uno
de los que asumieron y desarrollaron algunos principios compositivos y funcionales del movimiento moderno desde las circunstancias de lo regional, transfundiéndole a la arquitectura internacional
arquitecturas vernáculas, injertándole a la modernidad términos procedentes del medio ambiente
que pretendían transformar. Junto a Manuel Laginha y Vicente Castro, llevó al sur peninsular, antes
de que se agostaran, los principios del racionalismo arquitectónico de inspiración italiana y las
inquietudes de la nueva arquitectura reinterpretada en Brasil. Fue propietario de un lenguaje particular, de un léxico y una sintaxis propia, reconocible tanto en sus muebles como en sus austeros
edificios de viviendas y en sus inéditos paneles de azulejos.
Aunque en el inventario de sus obras predomina la arquitectura residencial, las más sobresalientes
son las destinadas a otros fines: usos comerciales —proyecto para mercado de abastos, Vila Real,
1949—, industriales —lagar, São Brás de Alportel, 1952—, religiosos —Iglesia de Santa Luzia, Tavira—, asistenciales —Creche de Misericórdia, Aljezur, 1957—, agrícolas —cooperativa Agrícola de
Produtores de Azeite, Santa Catarina da Fonte do Bispo, 1957—, devocionales —Casa de retiros e
colónia de férias, San Lourenço do Palmeiral, 1957—, turísticos —hotel Aeromar en la avenida de
Nascente, Isla de Faro— y educativos —anexo del Colégio Nossa Senhora do Alto, Faro, 1961—,
etc. Alguna de estas obras ha sido reseñada y parcialmente catalogada y dos o tres de sus casas
referenciadas en publicaciones portuguesas. Desconocido, desatendido, infravalorado por falta de
cautela y de protección administrativa, este indiscutible patrimonio arquitectónico se encuentra en
proceso de extinción y necesita ser reivindicado.
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