dc.description.abstract | En la Demarcación Hidrográfica del Guadalquivir, por significación y extensión, la
agricultura es la actividad económica con mayor impacto sobre los ecosistemas hídricos.
Según el Plan Hidrológico de 2013, en 2015 los usos agrarios suponían el 88% de la
demanda total.
Al igual que en el resto de España, además de por una presencia histórica, a esta
situación se llega por una política hidráulica cuyo principal objetivo ha sido generar
recursos hídricos, mediante la financiación pública de infraestructuras de regulación y
transporte, para ponerlos a disposición de los sectores productivos, especialmente del
regadío. Durante la década de los 90 del pasado siglo el potente sistema hidráulico entró
en crisis. Dadas las dificultades para crear nuevas infraestructuras y el rechazo de
algunos sectores a continuar con esta política basada en la generación de recursos, al
tiempo que los consumos no paraban de crecer, las nuevas propuestas se reorientaron
hacia el incremento de la eficiencia y la reducción de la demanda. Esta apuesta por la
eficiencia, no es exclusiva de España. Desde finales de los noventa del pasado siglo, y
en diferentes contextos geográficos, varios organismos nacionales e internacionales han
promovido políticas de incremento de la eficiencia en el regadío como respuesta a los
problemas del agua y la agricultura. Mediante la sustitución de las tradicionales redes de
canales y acequias por sistemas presurizados, alimentados desde nuevas infraestructuras
de regulación, las actuaciones de modernización de regadíos persiguen: reducir pérdidas
en el transporte y distribución, superar los rígidos periodos de riego y diversificar y
aumentar la producción agrícola. Todo ello gracias a una mayor uniformidad y
flexibilidad en la aplicación del agua.
En la Demarcación Hidrográfica del Guadalquivir la modernización ha sido
especialmente significativa, tanto por la cuantía de la inversión pública realizada como
por la extensión de superficie que ha sido modernizada.
A pesar de que la modernización ha supuesto una reorientación de la política de aguas, y
de la importante inversión pública realizada, esta política pública no ha sido objeto de
una evaluación pormenorizada. Las Administraciones han difundido solo algunos
aspectos de esta política, fundamentalmente la inversión realizada y, entre los cambios
que ha originado en la conducta de los grupos-objetivo, la adopción de nuevas
tecnologías para la aplicación del agua. Sin embargo, no se ha analizado, o al menos no
se ha difundido, suficientemente el alcance y los efectos de otras variaciones en la
conducta de los agricultores como: los cambios en el patrón de cultivo, la extensión de
la superficie regada o la concentración de la propiedad. En paralelo, los efectos sobre
los recursos hídricos y la rentabilidad de las explotaciones han centrado, en buena
medida, el interés de la comunidad científica. Siguen siendo escasos los trabajos sobre
las repercusiones de la incorporación de las nuevas tecnologías en aspectos como el
empleo, la titularidad de la tierra o su capacidad de fijar población.
En este contexto esta investigación tiene un doble objetivo, por un lado, mejorar la
comprensión de los efectos territoriales y socioeconómicos de la incorporación de
tecnologías más eficientes en los regadíos, y por otro, analizar el grado de consecución
de los objetivos formulados en los distintos planes y normativas de fomento de la
modernización.
Para evaluar los efectos territoriales de esta política sobre la disponibilidad del agua, se
ha analizado la evolución de los volúmenes suministrados, las hectáreas regadas y las
superficies dedicadas a cada cultivo, en base a los datos suministrados por las
Administraciones, las Comunidades de Regantes o por medio del análisis espacial
mediante Sistemas de Información Geográfica. Con el objetivo de identificar los
cambios propiciados por la modernización de las infraestructuras de riego, se
seleccionaron tres Comunidades de Regantes que han transformado su sistema de riego.
Las Comunidades están ubicadas en la Cuenca alta, media-baja y baja de la
Demarcación Hidrográfica del Guadalquivir. Su evolución ha sido contrastada con otras
Comunidades no modernizadas de características físicas, agronómicas y
socioeconómicas similares, que han actuado como grupos de control.
Por otro lado, se han analizado los efectos socioeconómicos propiciados por las
políticas de modernización del regadío a partir del tratamiento y agregación de la
evolución de una serie de indicadores sobre dinámica demográfica, mercado laboral,
actividad empresarial, renta e impuestos, teniendo en cuenta el desajuste entre la escala
de las zonas regables y la disponibilidad de información, en su mayoría a escala
municipal. Con este fin se seleccionaron los dos municipios donde se ubican los
regadíos modernizados de los casos de estudio de la Cuenca alta y el tramo final del
Guadalquivir (Pozo Alcón y Lebrija). Para tratar de discriminar los efectos inducidos
por la modernización los datos son comparados con los obtenidos a escala comarcal y,
en ocasiones, provincial y regional. La información cuantitativa, ha sido matizada y
enriquecida, mediante la realización de diecinueve entrevistas en profundidad, en la que
participaron veinte agentes con responsabilidad institucional, en la gestión del riego o
en la gestión de empresas y cooperativas.
Los resultados más significativos muestran que la modernización ha propiciado, por un
lado un aumento de la demanda neta de agua, y por otro, la diversificación y la mejora
de la productividad de la agricultura de regadío en el Guadalquivir. Sin embargo, tanto
los datos disponibles a escala regional o los desagregados a nivel de la Demarcación
Hidrográfica del Guadalquivir, como los indicadores utilizados en los casos de estudio,
no reflejan que se hayan alcanzado los efectos socioeconómicos positivos previstos. | es |