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Tesis Doctoral

dc.contributor.advisorRubio Recio, José Manueles
dc.creatorPita López, María Fernandaes
dc.date.accessioned2017-06-01T09:48:09Z
dc.date.available2017-06-01T09:48:09Z
dc.date.issued1986-04-01
dc.identifier.citationPita López, M.F. (1986). Sequías en el Bajo Guadalquivir. (Tesis Doctoral Inédita). Universidad de Sevilla, Sevilla.
dc.identifier.urihttp://hdl.handle.net/11441/60721
dc.description.abstractEl objetivo de nuestro trabajo se ha definido a partir de la asunción de la idea según la cual la sequía es la expresión de la vulnerabilidad social frente a la falta de agua; en consecuencia, también hacemos nuestra la concepción que sustenta la necesidad de abordar los estudios de sequías en términos de análisis de la evolución registrada por dicha vulnerabilidad. En función de estas concepciones, nuestro trabajo, que pretende ser un estudio de sequías, abordará el análisis de la evolución de la vulnerabilidad social frente a la falta de agua en la Cuenca Baja del Guadalquivir durante el periodo 1940 – 1982. Dadas las ambigüedades e imprecisiones que rodean al fenómeno de la vulnerabilidad, consideramos necesario definir nuestra concepción de dicho fenómeno para explicar con claridad el objetivo del trabajo. Una vez cumplida esta tarea, pasaremos a justificar la elección del marco espacial del estudio y el periodo de tiempo sobre el cual se desarrolla. Para el establecimiento de la noción de vulnerabilidad, hemos partido del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, el cual define el término vulnerar como “dañar, perjudicar” y su derivado, vulnerable, como “aquel que puede ser herido o lesionado física o moralmente”. Con arreglo a esta definición nuestro estudio supondrá un intento de averiguar la capacidad que han tenido los sucesivos déficits hídricos a lo largo del periodo para “dañar o perjudicar” a la sociedad o, planteado en otros términos, la capacidad de esta sociedad para hacer frente o evitar las “lesiones físicas y morales” susceptibles de ser provocadas por tales déficits. En este sentido, la sociedad evolucionará hacia un grado más alto de vulnerabilidad (evolución negativa) cuando déficits hídricos iguales o menos intenso que los acaecidos con anterioridad provoquen ahora en ella daños más cuantiosos, siendo la evolución positiva en caso contrario. Desde esta perspectiva, el estudio de la evolución de la vulnerabilidad social frente a la falta de agua durante un periodo dado, exige la puesta en relación, durante dicho periodo, de los parámetros expresivos del déficit hídrico con aquellos otros que reflejen el impacto causado en la sociedad por tales déficits. La identificación de los parámetros más adecuados en uno y otro caso exige conocer la naturaleza de los impactos generados por una sequía y el proceso a través del cual se desarrollan y, en este sentido, el hecho fundamental que caracteriza a estos impactos es su encadenamiento progresivo desde el déficit hídricos inicial hasta la conmoción final que experimenta la sociedad. En este encadenamiento se pueden distinguir tres eslabones fundamentales: A) El primero de ellos alude al proceso por el cual la fala de lluvias se traduce en un tiempo más o menos dilatado en una falta de agua. Es éste el impacto de primer orden generado por la sequía: la disponibilidad de una cantidad de agua inferior a la habitual. La consideración del tiempo que transcurre entre el inicio del déficit pluviométrico y el inicio de la escasez de agua es de importancia capital, por reflejar la dependencia que experimenta la sociedad respecto al comportamiento de las precipitaciones, siendo la vulnerabilidad tanto mayor, cuanto más estrecha sea esta dependencia, es decir, cuanto menor sea este lapso de tiempo. Un lapso que permite situar el umbral de sequía en la escala de las precipitaciones, y que refleja la capacidad de absorción de los déficits hídricos por parte de la sociedad. Esta capacidad de absorción está determinada por las relaciones establecidas entre la oferta y la demanda de agua y, esencialmente, por el grado de flexibilidad que caracteriza a una y otra, aumentando la capacidad de absorción a medida que se incrementan los grados de flexibilidad. La flexibilidad en la demanda de agua supone que las actividades de la sociedad pueden reducir coyunturalmente sus consumos sin sufrir graves colapsos. La flexibilidad en la oferta se relaciona con la capacidad de almacenar, transportar y, en suma, regular el agua disponible, pudiendo ésta ser utilizada en los momentos en que el suministro pluviométrico es insuficiente. Ambos tipos de flexibilidad, así como su resultante: la capacidad de absorción de los déficits hídricos por parte de la sociedad, son el fruto de la adaptación secular de ésta al medio en que se asienta y de los sujetos incidentales emprendidos frente a la sequía. B) El segundo eslabón en la vivencia de la sequía se produce cuando la escasez de agua respecto a las dotaciones habituales empieza a generar impactos de todo tipo sobre la sociedad. Estos impactos pueden ser muy derivados y normalmente están interrelacionados por numerosos y complicados bucles que dificultan la tarea de su análisis, como ya hemos comentado. Presentándolos de forma línea (aunque sin pretender expresar la existencia de relaciones lineales de causa-efecto entre ellos) y reduciéndolos a sus manifestaciones más simples y evidentes, serían los siguientes: a) Efectos económicos: Son los que acaparan en mayor medida la atención general y aluden a las pérdidas experimentales por las distintas actividades económicas como consecuencia de la reducción en el consumo de agua. Son especialmente patentes en los sectores de agricultura, industria y turismo-hostelería. Pero las interconexiones existentes en el conjunto de la estructura socioeconómica determinan que el impacto se propague a través de toda ella, aunque con distinta intensidad y carácter. El conocimiento profundo de estos impactos exige integrar en el análisis distintas escalas de aproximación al fenómeno, desde la individual, hasta la del conjunto de la región afectada por la anomalía climática, siendo los resultados diferentes en cada una de las escalas examinadas. b) Efectos sociales y demográficos: Se producen como consecuencia, entre otras cosas, de los impactos de tipo económico, y entre ellos destacan los siguientes: - Las alteraciones experimentales pro la estructura social, derivadas del hecho de que los impactos económicos no actúan de la misma forma y en la misma medida sobre los distintos grupos y clases que la componen. Estas alteraciones suelen apuntar hacia un reforzamiento de las desigualdades, dada la mayor capacidad de que gozan los grupos más favorecidos para hacer frente a la crisis, pero pueden favorecer al mismo tiempo trasvases individuales en la escala social, como consecuencia de la ruptura de la normalidad. - La extensión del paro y el empobrecimiento consiguiente de muchos sectores de la población, por las dificultades que la escasez de agua genera en las condiciones de producción. Tales dificultades se traducen en muchos casos en la disminución de la actividad de las empresas, cuando no en el cierre de las mismas. - Los desplazamientos en el espacio (emigración) y en la actividad (cambio de trabajo) de una parte de la población, acuciada por las dificultades existentes en su medio habitual. Otro tipo de manifestaciones más extremas, como proliferación de epidemias, muertes, etc., que azotan en estas circunstancias a los países subdesarrollados, no tienen lugar, afortunadamente, en nuestro medio. c) Efectos de orden político: El entramado de efectos económicos y sociales desencadenados por la sequía se suele traducir enseguida en manifestaciones de orden político, que revisten dos formas fundamentales: por parte de los ciudadanos se producen quejas y protestas encaminadas a presionar al poder político de cara a la obtención de paliativos frente a la sequía; el poder, por su parte, recurre con frecuencia a la instrumentalización de esa misma sequía en beneficio propio, responsabilizando a los déficits pluviométricos de situaciones que éstos, por sí solos, nunca hubieran podido generar. Con todo ello las relaciones entre el poder político y los ciudadanos se desgastan o se refuerzan y, en cualquier caso, pueden variar considerablemente. d) Efectos ambientales: Los déficits hídricos prolongados suelen llevar aparejadas ciertas formas de degradación del medio ambiente, especialmente en aquellos lugares de intensa ocupación humana. Tal ocupación se caracteriza normalmente por dos hechos igualmente nefastos para la vivencia de una sequía: la emisión constante de productos agresivos para el medio, y la reducción de la variedad de los ecosistemas que lo componen, perdiendo éstos capacidad de respuesta ante situaciones de stress. Cuando se producen estas manifestaciones, y éste es el caso de las sequías prolongadas, la degradación ambiental no se hace esperar. Entre sus manifestaciones más frecuentes e importantes destacan: el aumento de la contaminación de los ríos y cauces de agua –ahora, con menor capacidad de para arrastrar los vertidos contaminantes-, la erosión de los suelos –desagregados y sin la protección de una abundante cobertura vegetal- y la contaminación del aire –propiciada por la ausencia de precipitaciones y el predominio de situaciones de estabilidad atmosférica-. e) Efectos de orden cultural: En este apartado incluimos todos aquellos factores que se producen en relación con la forma de vida de las comunidades afectadas por la sequía y con las propias concepciones de la vida que éstas puedan tener. En los dos ámbitos se experimentan los impactos del déficit hídrico. La vida cotidiana se ve alterada de diversas formas, siendo destacables las incomodidades derivadas de las restricciones impuestas en el consumo de agua doméstico, que, en casos extremos y cuando la merma en la cantidad se ve acompañada de una merma en la calidad del agua, pueden conducir a problemas sanitarios de diversa índole. Tales incomodidades se acompañan de pérdidas de calidad de vida asociada a la degradación de los paisajes urbanos (ausencia de riego en las calles, descuido de los jardines públicos, etc.) y a la reducción de actividades usuales de ocio, tales como el disfruto de piscinas y otras actividades deportivas, o reuniones en bares y cafés, que ven alterados sus horarios o su actividad como consecuencia de la falta de agua. A su vez, la vivencia de estas alteraciones económicas, sociales, culturales, etc. conduce a la modificación –aunque sea coyuntural- de ciertas concepciones ampliamente asentadas en las mentalidades colectivas en torno a las adversidades, la naturaleza, el poder, la solidaridad, etc. Este abanico de impactos (los impactos de orden 2 a orden n de las sequías), que no es ni mucho menos exhaustivo, lo único que pretende es mostrar hasta qué punto las consecuencias de una sequía pueden ser variadas, siendo precisamente la variedad otro de los parámetros que nos permitirá definir el grado de vulnerabilidad social frente a la falta de agua en un momento dado. Asimismo, los cambios que se registran en esto impactos a lo largo del tiempo constituirán elementos clave en la identificación de la evolución de esa misma vulnerabilidad. Pero esta evolución puede venir marcada, no sólo por variaciones registradas en los tipos de impactos experimentados, sino también, por la intensidad alcanzada en cada momento por dichos impactos. Así, una evolución en sentido creciente de la vulnerabilidad podría derivarse de un incremento en la variedad de los impactos, de un aumento en la intensidad de los mismos o de ambos hechos conjuntamente. En la base de los procesos que se originan en este segundo eslabón se encuentran mecanismos de orden esencialmente económico. Entre ellos son determinantes, por un lado, la flexibilidad y variedad del modelo productivo, que permite compensar y amortiguar los impactos de la sequía y, por otro, las interconexiones que caracterizan a la estructura socioeconómica, la cual determina la mayor o menor propagación d estos impactos por los distintos sectores del conjunto social. También entra en juego en este segundo eslabón los ajustes que la sociedad emprende para hacer frente a la sequía una vez superado el umbral de conciencia de la misma. El predominio de la aceptación individual de las pérdidas o de su distribución entre el conjunto de la sociedad, y la magnitud de los esfuerzos destinados, tanto a modificar los eventos, como a evitar sus efectos negativos, determinarán la mayor o menor intensidad de los impactos y sus víctimas potenciales, contribuyendo además a adelantar o retrasar el umbral de intolerancia. C) El tercer eslabón completa el proceso de desarrollo del desastre natural, en este caso, la sequía, mediante la conversión de esta multitud de impactos negativos en un grado determinado de conmoción social. Porque estos impactos negativos no tienen una realidad objetiva independiente de los sujetos que los padecen: son fenómenos en el sentido husserliano del término y, en tanto que tales, son objetos vividos, objetos aprehendidos por una conciencia- En consecuencia, la verdadera conmoción generada por la sequía, su impacto global, solo puede conocerse y comprenderse mediante el análisis conjunto de los efectos negativos ocasionados y de la forma en que éstos han sido vivido o percibidos por le colectivo que los ha sufrido. Y no siempre hay una relación directa y fija entre los impactos y la conmoción global que generan. Este fenómeno resulta especialmente evidente en sectores como el abastecimiento de agua para consumo doméstico, en el cual la conmoción generada por la sequía no puede medirse a través del número de horas en que este consumo se ve sometido a restricciones; es la sensación de malestar que estas restricciones provocan la que refleja el impacto real generado por la sequía, y esta sensación solo en muy pequeña medida está determinada por la severidad de las propias restricciones. Los impactos medioambientales ejemplifican también adecuadamente este tipo de fenómenos. Así, se puede comprobar como los problemas relativos a la degradación del medio como consecuencia de la sequía no impactan en absoluto a la sociedad hasta que ésta no toma conciencia, por un lado de la propia existencia de la noción de medioambiente y, poro otro lado, de los peligros que se derivan de su deterioro. Pero sin esta toma de conciencia por parte de la sociedad ¿puede hablarse realmente de la existencia de problemas medioambientales?, ¿puede, al menos hablarse de ellos al mismo nivel que en los momentos de eclosión de la preocupación ecológica? Por eso es importante tomar en consideración los mecanismos psicológicos y culturales que permiten el paso de los impactos objetivos de la sequía a la conmoción social que ésta realmente genera, siendo los modos de vida y las mentalidades colectivas imperantes en un momento dado los que configuran, en último término, la intensidad de esta conmoción. Este amplio proceso de desarrollo del desastre natural en su conjunto es el que va a inspirar el contenido de nuestro trabajo, el cual parte, pues, de los siguientes presupuestos: a) La evolución de la vulnerabilidad frente a la falta de agua viene dada por la tendencia registrada en la capacidad de los déficits hídricos para conmocionar a la sociedad. b) La conmoción social es el resultado final de un largo proceso en el que participan cuatro componentes fundamentales: el déficit de lluvias, la escasez de agua, los impactos de diversos órdenes generados por la escasez, y la forma en que se perciben o se viven esos impactos. c) La naturaleza y magnitud de esta conmoción –y, en consecuencia, la vulnerabilidad social frente a la falta de agua- pueden medirse a través de tres parámetros que reflejan otras tantas formas de vulnerabilidad: -el lapso de tiempo transcurrido entre el inicio del déficit pluviométrico y la escasez en las disponibilidades de agua que refleja la dependencia de la sociedad respecto a los ritmos de la precipitación y fija en cada caso los umbrales de sequía. - la intensidad alcanzada por la conmoción social. - la variedad registrada por dicha conmoción. En consecuencia, la evolución de la vulnerabilidad social frente a la falta de agua se derivará de la naturaleza y magnitud de los cambios acaecidos en cada uno de estos componentes considerados, tanto aisladamente, como en conjunto. d) En cuanto a los agentes generadores de tales cambios, hay que buscarlos en los mecanismos que intervienen en cada uno de los tres eslabones constituyentes del proceso de desarrollo del desastre. Así, una evolución en sentido creciente de la vulnerabilidad puede venir dada por una pérdida de la flexibilidad y una ruptura del equilibrio entre la oferta y la demanda de agua que conduzca al establecimiento de umbrales de sequia cada vez más bajos. Podría venir dada también por una evolución de la estructura socioeconómica que condujera hacia la aparición de impactos progresivamente más intenso y variados. Por último, podría derivarse de un aumento progresivo de la sensación de adversidad ante impactos iguales o incluso menos intensos que los registrados en épocas anteriores. e) Junto a la acción de cada uno de estos mecanismos habría que tomar en consideración el conjunto de estrategias, ajustes y actitudes que la sociedad emprende para hacer frente a la sequía, ya que estos, a través de su mayor o menor participación, configuran también la conmoción social experimentada. En virtud de estos presupuestos el objetivo de nuestro trabajo se puede descomponer en tres objetivos elementales: a) Desarrollar el sentido de la evolución de la vulnerabilidad social frente a la falta de agua en la Cuenca del Guadalquivir, mediante la toma en consideración de la conmoción global que ésta ha generado a lo largo del periodo de estudio y a través el análisis de la evolución seguida por sus tres componentes básicos: la dependencia de la sociedad respecto a los ritmos de la precipitación, la intensidad de los impactos generados por su escasez y la variedad de estos mismos impactos. b) Identificar los mecanismos responsables de esta evolución y su ubicación en el primero, segundo o tercer eslabón del proceso de desarrollo de las sequías. c) Analizar el papel jugado en la vivencia de las sequías por las estrategias de ajuste que en cada caso la sociedad ha emprendido frente a ellas, identificando así nuestra situación actual en la escala evolutiva fijada en este sentido por el NATURAL HAZARDS RESEARCH GROUP y el camino que ha conducido a esta situación. El marco espacial para el desarrollo del trabajo es la Cuenca Baja del Guadalquivir, entendida como aquella porción de la cuenca comprenda, grosso modo, dentro del triángulo Huelva – Córdoba – Tarifa, caracteriza por su apertura hacia el Atlántico y su topografía predominantemente llana, y delimitada, aproximadamente, por la curva de nivel -200 ms., curva a partir de la cual se inician ya las cadenas montañosas que la rodean por sus flancos norte y sur (Sierra Morena y Cordilleras Béticas). Este espacio, además d ser para nosotros el más próximo y mejor conocido, goza de una gran homogeneidad fisiográfica, lo que favorece su análisis climático con el mínimo posible de estaciones de observación. Pero además, está muy bien dotado de información climática, contando con varias estaciones completas, de larga duración y de un grado de flexibilidad razonable. Es, asimismo, un espacio caracterizado por una gran variedad de usos del suelo y de formas de ocupación humana. En él se insertan grandes ciudades y núcleos modestos de habitación, una actividad agraria relevante y variada, tanto en secano como en regadío, junto con un desarrollo industrial de cierta consideración en estos momentos y un sector servicios prepotente, en el que la hostelería y el turismo ocupan papeles nada desdeñables… en suma, toda una gama de actividades que permite considerar las repercusiones de la sequía en un amplio espectro de sectores y formas de ocupación del espacio. Nos parece interesante, por otro lado, abordar un estudio de sequías en un medio dotado de un grado de desarrollo intermedio dentro del contexto mundial. A nuestro entender, el Grupo de Investigación sobre Desastres Naturales, en su afán de identificar las diferencias existentes en este sentido entre países desarrollados y subdesarrollados, ha enfatizado los estudios relativos a países extremos en la escala del desarrollo (Estados Unidos, Canadá, Australia, frente a Bostwana, Tanzania, etc.), dejando sin cubrir suficientemente aquellas áreas ubicadas en los puntos centrales de la misma, acerca de cuyo comportamiento frente a las sequías apenas se conocen los rasgos más elementales. En cuanto al periodo de tiempo elegido para la elaboración del estudio, hemos optado por el comprendido entre los años 1940 y 1982, un periodo de cuarenta y dos años, que resulta, por tanto, lo suficientemente amplio para que en el tengan cabida sucesivas situaciones de sequía. Se trata, además, de un periodo muy diversos en acontecimientos socio-económicos. Entre ellos destaca, sobre todo, el proceso de cambio por el cual la sociedad rural tradicional de la Baja Andalucía (y del estado español en su conjunto) se convierte en una sociedad urbana e industrial. Este proceso, que se desarrolla a partir de los años sesenta, debe reflejarse por fuerzas en la relaciones que el hombre establece con los recursos de su medio, de los que el agua es uno de los más relevantes, y con las manifestaciones extremas de la naturaleza, de las que las sequías son un buen exponente. Su conocimiento es, pues, del máximo interés de cara al establecimiento de conclusiones en torno a la evolución de la vulnerabilidad frente a la falta de agua y al papel que ella juega el grado de desarrollo socio-económico de la comunidad afectada. Para cubrir el triple objetivo que nos hemos propuesto consideramos necesario proceder a la puesta en relación, a lo largo del periodo de estudio, de los déficits hídricos que en él tienen lugar y las conmociones sociales que estos déficits generan. Ello implica abordar el trabajo en tres etapas sucesivas: A) Identificación y caracterización climática de las secuencias secas que se registran en nuestro ámbito de estudio durante el periodo analizado. B) Seguimiento de la vivencia de la sequía que se ha producido en cada una de estas secuencias. c) Puesta en relación de ambos fenómenos a fin de desentrañar la evolución registrada por la capacidad de los déficits hídricos para conmocionar a la sociedad. En esta relación adoptaremos dos puntos de vista diferentes y complementarios: a) Un punto de vista cuantitativo, que es el que nos permitirá identificar la evolución seguida por la dependencia de la sociedad respecto a los ritmos de la precipitación y por la intensidad de los impactos generados por los sucesivos déficits hídricos. Esta tarea exigirá la identificación previa de los parámetros expresivos, tanto de los déficits hídricos, como de la conmoción social registrada durante su acaecimiento. b) Un punto de vista cualitativo, que, mediante el seguimiento de los acontecimiento vividos por la sociedad en periodos de sequía, nos permitirá conocer el tipo y la variedad de impactos experimentados en cada caso, los ajustes emprendidos en la lucha contra la sequía y los mecanismos que están en la base del desarrollo de todos los procesos. Surge así una división tripartita de la Tesis, en la cual, a la primera parte corresponde el estudio de las sequías en términos puramente climáticos, a la segunda, el análisis de los acontecimientos que estas sequías han generado en la sociedad a lo largo del periodo de estudio, y a la tercera, la puesta en relación de ambos fenómenos, siendo esta última parte la que realmente permite elaborar las conclusiones oportunas en torno a la evolución de la vulnerabilidad social frente a la falta de agua.es
dc.formatapplication/pdfes
dc.language.isospaes
dc.rightsAttribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 Internacional*
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/*
dc.titleSequías en el Bajo Guadalquivires
dc.typeinfo:eu-repo/semantics/doctoralThesises
dc.type.versioninfo:eu-repo/semantics/publishedVersiones
dc.rights.accessRightsinfo:eu-repo/semantics/openAccesses
dc.contributor.affiliationUniversidad de Sevilla. Departamento de Geografía Física y Análisis Geográfico Regionales
idus.format.extent686 p.es

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