Valdivieso González, Enrique2025-05-232025-05-232025-01-31Valdivieso Martínez, B. (2025). El santoral hispalense en la pintura barroca sevillana. (Tesis Doctoral Inédita). Universidad de Sevilla, Sevilla.https://hdl.handle.net/11441/173151A partir de mediados del siglo XV se aprecia una recuperación de la devoción por los santos patronos de la ciudad, tratando de encontrar las más antiguas figuras del santoral local. El resurgir de estos antiguos cultos está vinculado al auge económico y cultural de la ciudad y a su poderoso cabildo eclesiástico, que está construyendo la mayor catedral del reino que, junto a su arzobispado, pretende convertir en la sede en primada de España. Durante todo el siglo XVI se irá terminando la catedral y en su fachada se colocaron imágenes de los santos patronos, en esculturas de piedra y vidrieras y también en pinturas ubicadas en los exterior de la torre de la Giralda, con el fin de cristianizarla. El pintor Luis de Vargas ejecutó en unos frescos, a día de hoy desaparecido, perfectamente visibles desde el nivel de la calle en los que representó a san Leandro y san Isidoro a la izquierda, a las santas Justa y Rufina a la derecha, y a san Hermenegildo al centro abajo. De este modo se incrementó la popularidad de estos santos. Este conjunto de los principales santos que hubo a lo largo de la historia en esta ciudad y cuyo culto promovió la Iglesia se amplió en el siglo XVI merced a una abundante producción de pinturas destinadas a honrarlos, tanto en la misma catedral como en otras iglesias, que culminó en la decoración de la sala capitular de la Catedral de Sevilla. Este recinto, cuya arquitectura es de una calidad excepcional, fue realizado por Hernán Ruiz II a partir de 1568, concluyéndose la obra en 1592. Su espacio se configura con planta elíptica y, poseía un programa iconográfico destinado a exaltar la pacífica y fraterna convivencia que debía de reinar entre los capitulares que allí se reunían para la resolución de las cuestiones administrativas y económicas del templo metropolitano. Para ello ejecutaron esculturas Juan Bautista Vázquez el Viejo y Diego de Velasco, mientras que las pinturas habían sido realizadas por Pablo de Céspedes en el último cuarto del siglo XVI. Setenta y cinco años después, en el año de 1667, el cabildo catedralicio requirió una vez más de los servicios de Murillo, el pintor más destacado de la ciudad, para para proseguir adornando esta estancia con más pinturas, una con el tema de la Inmaculada, principal devoción sevillana, bajo cuyo patrocinio decidieron poner el recinto para que inspirase a los canónigos el máximo espíritu de virtud, obra ocupa el eje central del recinto y preside todo el ámbito arquitectónico, y a su alrededor ocho representaciones con formato circular de los más ilustres santos sevillanos para que les sirviesen de ejemplo moral, amparasen y protegiesen la rectitud de las decisiones económicas. La Iglesia consideraba pues que estos ocho santos eran los principales y más gloriosos santos que habían existido en la historia de la ciudad de Sevilla que, junto con la Virgen, debían presidir las actuaciones de los canónigos ofreciéndoles protección y amparo: san Isidoro, san Leandro, san Pío, san Laureano, san Hermenegildo, san Fernando, santa Justa y santa Rufina.application/pdf775 p.spaAttribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 Internationalhttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/El santoral hispalense en la pintura barroca sevillanainfo:eu-repo/semantics/doctoralThesisinfo:eu-repo/semantics/openAccess